La adolescencia en nuestra cultura
Por qué yoga y adolescencia son buenos aliados
«Algunos hombres no pasaron por la etapa roja de la adolescencia.
Éstos tendrán que volver al rojo más tarde, aprender a acalorarse, y a ser detestables a los cuarenta»
Robert Bly, del libro Iron Jonh
Una actitud muy arraigada en nuestra sociedad es la de señalar al adolescente como problemático. Olvidamos con frecuencia que la dificultad está en cómo vivimos la adolescencia. Nos olvidamos de preguntarnos en qué lugar, como sociedad, ubicamos esta imprescindible etapa.
Por un lado tenemos claro, al menos de manera intuitiva, que la adolescencia es algo por lo que hay que pasar para acercarnos a la etapa adulta. Y por otro lado, solemos evitar pensar en qué es todo aquello que tiene que suceder en esta etapa para que el adolescente se convierta en un adulto. Con esta ignorancia, consciente o inconsciente, nos convertimos en personas que exigen y empujan al adolescente a transitar un camino sin ocuparnos en proporcionarle las herramienta que necesita para hacerlo. Sin indicarle dónde tiene que buscarlas. O, más difícil todavía para ellos, impidiéndoles que las tomen.
Hacemos lo imposible para que vaya preparado a su examen de matemáticas. Pero ¿qué herramientas le ofrecemos para que sea capaz de enfrentarse a nosotros, padres? Porque en ese enfrentamiento ganará madurez. En ese enfrentamiento puede descubrir cómo confrontarse sin dañarse y sin dañar. En ese enfrentamiento puede descubrir la fuerza que le acompañará a lo largo de su vida. Y tantas otras cosas.
Todo esto, solo para decir que ser adolescente en nuestra sociedad no es sencillo. Y que no necesariamente es algo provocado por el adolescente.
Asumiendo nuestras dificultades para encajar la convivencia con personas que están en plena explosión y descubrimiento de toda su fuerza, potencial y capacidad para ejercer la libertad, ¿qué podemos ofrecerles a los adolescentes para que vayan más equipados en este tramo del camino?
Cuerpos tensos y tuneados
El proceso corporal en la adolescencia es un vivo reflejo de todo el cambio emocional y mental que sucede, y viceversa.
La necesidad de controlar el mundo se refleja en el control que se ejerce sobre el cuerpo. Sus discursos están repletos de listas de cosas que deberían desaparecer de la sociedad y otras que deberían crearse. A veces esto los enciende, otras los lanza a la más profunda inactividad. Podemos ver como hacen desaparecer cosas de sus cuerpos, como añaden y resaltan otras de manera extrema. Observamos como en algunas ocasiones este proceso de transformación corporal toma toda su energía, y en otras ocasiones su actitud hacia el cuerpo es de absoluta desatención. Y las desproporciones en el proceso de crecimiento, son tantas extremas como sus actitudes.
La relación con el cuerpo durante la adolescencia no es necesariamente fácil, ni comprensible, ni placentera, pero es crucial.
La práctica del yoga como espacio de investigación es una oportunidad para el adolescente y para el entorno social que lo acoge
Si como sociedad no hemos encontrado la forma de aceptar y facilitar el tránsito hacia la edad adulta, sí somos capaces de crear espacios en los que podamos ensayar formas de hacerlo.
Es en este punto en el que yoga y adolescencia aparecen como posibles aliados. Una sesión de yoga es un micromundo en el que uno tiene la oportunidad de experimentarse, sin que los efectos de su exploración creen el desorden que la sociedad teme.
Para que sea de esta forma, es necesario que la propuesta esté enfocada a la investigación. El adolescente necesita experimentar, descartar, validar, proyectar. Necesita hacerlo por el mero hecho de hacerlo. Igual que cuando empezamos a caminar. ¿O es que alguien sabía a donde quería ir el día que dio el primer paso? La sesión de yoga, enfocada de este modo, se convierte en el lugar de reconocimiento y aprendizaje de todas estas habilidades.
Yoga y adolescencia no se unen para relajar cuerpos y mentes, hay algo más interesante en este encuentro. La práctica corporal basada en la percepción, entendida como una práctica que involucra a todo el organismo, con su mente y sus circunstancias, es una vía de transformación y autoconocimiento. Dos procesos por los que los adolescentes necesitan pasar para llegar a la vida adulta. Dos procesos que necesitamos facilitar y permitir a los adolescentes para que lo consigan.
Tere Puig