Estamos convencidos de que el viaje hacia el padre, esta búsqueda iniciada por el hijo, es determinante para la identidad de ambos. Por un motivo muy sencillo. Si el padre, a través de la cultura en la que está inmerso, siente que la paternidad es un acto intencional, el hijo necesita aprender por la misma vía algo en relación a esto.
Si para ser padre no es suficiente serlo físicamente, si no que es preciso también adoptar al hijo, al hijo tampoco le basta haber sido engendrado: necesita, seguramente de forma más indirecta, y aun más inconscientemente, que el padre expresar que lo ha querido como tal. De modo, que al padre no solo se lo busca porque a menudo esté lejos, por guerras o trabajo, a diferencia de la madre. De la misma forma que un hijo adoptado, antes o después, va en busca de la madre, un padre será buscado por su propio hijo.
Un hijo con una cierta sensibilidad sabe quien es el padre que lo ha escogido: el padre es siempre cultural, solo lo natural no es suficiente. El hijo necesita encontrar al padre, aunque se encuentre con el biológico, para escogerlo. De otra forma, se dirigirá hacia una figura paterna iniciática, hacia un mentor que su historia le asigne. Una búsqueda que, desde el punto de vista simbólico, parte de la misma necesidad.
La ausencia de padre es algo ya muy antiguo, nuestra época no es una excepción. Lo nuevo, y aun más grave, sería la ausencia de búsqueda de padre.
Luigi Zoja
del libro Il gesto di Ettore