Libertad y autodisciplina

Convivir sin dejar de ser es una forma de estar en el mundo que se aprende. Las miradas atentas y respetuosas de quienes te acompañan son una referencia y un regazo.

Esta es una reflexión del que muchas veces se considera un radical dentro de las diferentes tendencias educativas, uno de esos que no pone ningún límite a los niños.

No hay libertad absoluta

 

Todo el que permita a un niño hacerlo todo a su manera sigue un camino peligroso.

 

Nadie puede tener libertad social, porque tiene que respetar los derechos de los demás. Pero todo el mundo puede tener libertad individual.

 

Para decirlo concretamente: nadie tiene derecho a obligar a un niño a aprender latín, porque el estudio es asunto de elección individual, pero si en una clase de latín un niño se dedica a bromear, la clase lo expulsaría, porque interferiría en la libertad de los demás.

 

En cuanto a la autodisciplina, es una cosa indefinida. Con demasiada frecuencia significa una disciplina del yo inculcada por la ideas morales de los adultos. La verdadera autodisciplina no implica represión ni aceptación. Tiene en cuenta los derechos y la felicidad de los demás. Lleva al individuo a procurar deliberadamente vivir con los demás concediendo algo a sus puntos de vista.

 

A.S. Neil del libro Summerhill

 

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