«Cuando escucho tu corazón» y la comunicación con los hijos

¿Qué les cuentas a tus hijos?

 

Hay momentos en la vida en que, adultos y niños, pasamos por serias dificultades en la expresión de nuestras emociones y sentimientos. Que el otro exprese los suyos puede ser la llave que abra las puertas de nuestros corazones.

 

La mayoría estaremos de acuerdo en que la comunicación auténtica se construye sobre una sólida base de confianza. Y si algo nos demuestra que alguien confía en nosotros es cuando vemos que se nos muestra vulnerable. Si alguien se te muestra desarmado es porque cree, en lo más profundo de su ser, que nunca le dañarías; confía plenamente en ti.

A veces, los ideales que tenemos acerca de la maternidad y la paternidad nos impiden mostrar nuestra vulnerabilidad a los hijos.

Quizás creemos que ellos necesitan padres que lo arreglen todo, que sean fuertes e invencibles. Sin embargo, estar con alguien a quien idealizamos suele hacernos sentir pequeños. En esa persona proyectamos todo lo que pensamos que a nosotros nos falta. Dar sentido de realidad a los hijos, en relación con la imagen que tienen de nosotros, les permite acceder a una nueva comprensión acerca de nosotros, de ellos mismos y de la relación.

Un adulto que reconoce sus limitaciones ante un niño abre dos caminos:
  • le está dando permiso a que el reconozca las suyas: puede ser bastante complicado hablar sobre el miedo a la oscuridad con alguien que crees que nunca tiene miedo de nada ¿cómo podría comprenderte y ayudarte?;
  • y está abriendo un espacio para que el niño explore sus recursos: si papá o mamá están tristes, quizás él busque la forma de comprender por qué lo están y descubrir cómo él puede estar una situación de este tipo. Entrar en contacto con las propias capacidades y descubrir que uno tiene algo que ofrecer a los demás, es fuente de inspiración y desarrollo.

Todo esto no tiene que ver con dejar el peso de nuestras responsabilidades sobre los hijos y cargarles con nuestras carencias. Se trata de mostrarles que asumimos nuestras responsabilidades y fortalezas, del mismo modo que asumimos nuestra vulnerabilidad y necesidad de ser escuchados. Ellos aprenden de nosotros.

 

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Cuando escucho tu corazón nos lleva, tanto a los adultos como a los niños, a conectar con nuestras realidades más delicadas y frágiles, con lo que nos cuesta mostrarlas y con la fuerza que emerge cuando sí podemos hacerlo. Así nos abrimos a una mirada cariñosa y respetuosa hacia nosotros mismos y los demás, dejando la puerta abierta a la escucha y la expresión desde el corazón.

Te cuento un cuento para que sepas de mi, porque quiero saber de ti. Una vía a explorar en la construcción de la comunicación dentro de la familia.

 

Tere Puig

 

 

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