Gestar hoy en día no tiene nada que ver con gestar hace 30 años. El acceso a la información que ahora tenemos ha transformado nuestras vidas, ¿cómo ha influido en la experiencia del embarazo?
Elia está embarazada. Ella y Jan acaban de saberlo, hace algunos meses que planearon ser padres. Se sienten absolutamente entusiasmados, embriagados, felices. Felices y… llenos de dudas ¿Lo decimos ya? ¿Este sueño que tiene Elia todo el día es normal? ¿Cuánto va a durar? ¿Y las náuseas? Elia no tiene, se siente afortunada pero se pregunta por qué ella no y otras sí.
Google y un montón de libros les ayudarán a tener una gran cantidad de información y, también, a mantener el mismo número de dudas, o aumentarlo. A lo largo del embarazo se irá confirmando que la cantidad de información leída no es proporcional a la serenidad sentida. ¿Por qué?
La información que encontramos allá fuera, en el ciberespacio, en el papel o lo en lo que cuentan amigos y vecinos, nos habla de lo que nos puede ocurrir. Es importante tener una visión general de lo que puede ir sucediendo, nos ayuda a prepararnos psicológicamente para diferentes situaciones. Si en algún momento no tomáramos conciencia de que el parto va a llegar y en qué consiste -el bebé saldrá de nuestro cuerpo, con o sin ayuda, y esto nos puede tomar desde unas pocas horas a algunos días- es posible que la sorpresa nos impidiera vivirlo con el asombro sereno que se merece.
Pero, una excesiva atención en lo de allá fuera nos impide «informarnos» de lo que ocurre aquí dentro. Podemos encontrarnos, sin darnos cuenta, resolviendo lo que puede suceder -ultimando, con angustia por si no serán respetados, los detalles del protocolo de parto que finalmente… sucederá en un coche- y dejando de atender lo que está ahora sucediendo -el placer de sentir al bebé cada día más evidente en el vientre, las emociones que me invaden o los signos de cansancio que me indican que es hora de recoger, de permitir que los otros se ocupen de «mi trabajo» para que yo pueda ocuparme de lo que nadie podrá hacer por mi: gestar. Tomar decisiones mirando solo hacia afuera es hacerlo obviando la mitad de la realidad, la interna.
Millones de células, la creación de tejidos -que aún ni siquiera la ciencia ha estudiado en profundidad, como el conectivo- interconexiones que no sabemos que existen. ¿Quién lo hace? Afortunadamente nadie me ha pedido que le recomiende bibliografía al respecto, porque todos, en el fondo, lo sabemos: no es cosa «nuestra», es un complot universal. ¿Y nosotras, las mujeres gestantes, que tenemos que hacer? Nada. Solo intentar no entorpecer el proceso y disfrutar ¿Cómo? Dándonos cuenta de que «nuestra» voluntad se hará siempre y cuando coincida con la de la vida.
Con los años, y un poco de yoga, uno se da cuenta.
Ella no entiende de velocidades, excepto cuando se siente amenazada. Y esto último no lo digo con total convencimiento, sería tema de otro artículo.
La naturaleza vive sus ritmos sin más, nunca sufre por llegar tarde, ni piensa que podría haberlo hecho mejor.
Eso que nos habita, y que no podemos separar de nosotros, hace lo que tiene hacer, siente, piensa y actúa, sin que ninguna de estas acciones sea anterior a la otras ni más importante que ellas. Entender todo esto intelectualmente es realmente un buen ejercicio, probablemente extenuante. Pero hay algunas experiencias en la vida que nos dan la oportunidad de comprenderlo con una profundidad reveladora; y las prácticas corporales, como el yoga, practicadas con plena atención nos permiten aprovecharlas.
Una de estas experiencias es gestar, en propias carnes o como experiencia compartida. Sí, para los hombres y las mujeres que no son madres la gestación también puede ser transformadora, es cuestión de actitud. Ejercitar tu cuerpo y entrenar tu atención son una vía excelente para desarrollarla: Yoga, yoga desde dentro. Yoga, o cualquier otra técnica corporal que te guste, pero del que no entiende de posturas ideales, del que nace de tus necesidades más profundas, del que te hace sentir profundamente a gusto -no eufóricamente a gusto, ni a gusto pero un poco crujido- del que te hace sentir a gusto siendo quien eres; el bebé aprenderá a sentirlo y a serlo contigo. La experiencia de la gestación se volverá completa.
Tere Puig
Publicado en Yoguiola