¿Qué significa involucrar el cuerpo en la crianza? ¿Cómo puedo saber que estoy olvidando el punto de vista del cuerpo? ¿Qué me aporta tenerlo en cuenta?
María sabía que tener a su hija en brazos era muy beneficioso para las dos. Por otro lado su cuerpo estaba dolorido, llevar a Jana le producía dolor de espalda y no podía negar la inquietud que le generaba la demanda de la niña: ¿la estaré mal acostumbrando? En consecuencia, siempre andaba buscando información sobre el tema y preguntándose si la cogía demasiado o demasiado poco. Naturalmente esto le impedía gozar plenamente, ni cuando la sostenía entre sus brazos y ni cuando la dejaba. Siempre la acompañaba una sombra de inquietud.
Pedro sube y baja de los brazos de su madre con naturalidad. Llora cuando está incómodo y Patricia, la madre, lo atiende o no, porque a veces puede y a veces no. Pero parece que existe un buen entendimiento entre ellos. Da la sensación que tanto uno como la otra han ido aprendiendo, de forma natural, cómo es de necesario o de urgente entrar en contacto en determinados momentos y cómo en otros es necesario o urgente demorar el encuentro; y la solución a cualquiera de estas situaciones parece que llega de forma espontánea. Patricia se siente a gusto en la dinámica que tiene con su hijo y, a pesar de que unos opinan que lo coge demasiado y otros demasiado poco, ella no siente inquietud al respecto.
¿Por qué esta diferencia entre las vivencias de María y Patricia?
Podríamos decir que Patricia actúa de una forma más intuitiva, en la que tanto el cuerpo como la mente están involucrados en la toma de decisiones, mientras que María deja en manos de su proceso intelectual todo el peso de la decisión.
María está intentando decidir si coge más o menos a Jana pensando en las opiniones de diferentes autores, expertos, familiares y amigos, y contrastándolas con sus propias creencias; pero le cuesta mucho entrar en contacto con lo que siente al respecto. El cuerpo le duele cuando coge a Jana, esa una información a tener en cuenta. Probablemente es la información que la empuja a buscar una justificación por parte de expertos o mayorías que le permita no cogerla tanto sin sentir culpabilidad. Los motivos por los cuales le duele la espalda pueden ser muchos y solo ella podrá averiguarlos. Pero haremos una hipótesis para ver que le aportaría a María, en el intento de aplacar su inquietud, acercarse al punto de vista del cuerpo.
Una hipótesis
Podemos pensar que le duele la espalda porque no coge bien a Jana. ¿Solucionaría el tema con tan solo aprender una buena técnica para coger al bebé? Probablemente ya lo haya intentado, pero cuando alguien no sabe sostener a otro y, pasados los meses, no encuentra de manera natural una forma de hacerlo, es posible que no se trate de un problema técnico. Cuando nos repiten cien veces algo y no conseguimos integrarlo, no es una locura pensar que hay alguna información de base que nos falta y que nos impide integrar la información que necesitamos. Y seguramente María habrá escuchado cientos de recomendaciones: «baja un poco el brazo«, «relaja tus hombros«, «deja que el niño se agarre a ti» …
Pero si tenemos dificultad en sostener a otro y la técnica no nos ayuda, cabe pensar que nos falta la experiencia: la experiencia de ser sostenidos. Quizás no hemos tenido la oportunidad de dejarnos sostener, quizás nos hemos dejado sostener y nos han dejado caer. En el primer caso el cuerpo no tiene la experiencia y en el segundo ha establecido un vínculo negativo con ella y reacciona defendiéndose.
Lo que puede aportar la experiencia corporal
A través de buenas experiencias de sostén el cuerpo va registrando cómo se siente en ellas, qué necesita hacer para llegar a tenerlas y, por tanto, qué necesita para llegar a ofrecerlas. Por ejemplo, descubre hasta que punto su musculatura se relaja, el estado de serenidad que esto le produce, los puntos de apoyo y el tiempo que necesita para vivir la experiencia satisfactoriamente.
Una persona que ha sido sostenida sabrá intuitivamente el grado de tensión que sus brazos necesitan ofrecer para que el otro sienta seguridad sin sentir ahogo. Esto, por ejemplo, es difícil de explicar y comprender de una forma teórica o a través de una solución técnica.
De todo esto se desprende que para aprender a sostener a un bebé no necesitamos insistir en detalles técnicos -posición de las manos, cómo sostener la cabeza, … Necesitamos entrenarnos en dejarnos sostener; de esta experiencia nacerá espontáneamente la forma más adecuada de sostener al otro, tenga el tamaño que tenga.
¿Cómo podemos entrenarnos en esta capacidad de dejarnos sostener, en involucrar al cuerpo en la crianza?
Necesitamos tener experiencias corporales en las que nos sea posible:
- dejar todo nuestro peso sin riesgo a sufrir daño,
- conectar con la propia necesidad de contacto con el otro
- y desarrollar nuestra capacidad de percibir al otro y comprenderlo a través del cuerpo…
… hasta que consigamos aflojarnos de tal modo que el estar en manos de otro sea una experiencia placentera y constructiva.
Cuando esto se ha experimentado podemos sentir en nuestras carnes el placer del bebé que se abandona en nuestros brazos y, sin darnos cuenta, nosotros y el bebé, nuestros cuerpos, empiezan a encontrar la mejor forma de acomodarse para que la situación perdure. Cuando uno de los dos empieza a sentir necesidad de pasar a otro tipo de experiencia -estar en el suelo, ocuparse de un asunto pendiente,…- aparecerá la incomodidad y los cuerpos buscarán de forma espontánea la forma de modificar la situación, porque se han entrenado para detectar la necesidad y actuar para cubrirla. Este danza que nos permite ir del contacto y sostén a la separación y la autonomía, empieza a suceder de una forma natural, tal como les sucedía a Patricia y a Pedro.
Estás son algunas de las experiencias corporales que nos facilitan el proceso
- el ejercicio de torsiones,
- el movimiento por peso
- y el trabajo corporal en pareja.
De todo ello hablaremos en profundidad en próximos artículos, ahora quería poner el acento en lo que nos aporta involucrar el cuerpo en la crianza -una visión más amplia y profunda de lo que nos ocurre junto con una espontaneidad coherente en lo que hacemos- y en hecho de que la necesidad de información se convierta en una obsesión, tal como le ocurría a María, puede ser un síntoma de que estamos olvidando darle voz al cuerpo en nuestra toma de decisiones.
Tere Puig
Me ha gustado el concepto de escuchar al cuerpo. Me ha parecido muy interesante. Un saludo