¿Cómo reciben los niños los comentarios de los adultos? No se trata de medir nuestro lenguaje y pensar en lo que es adecuado decir o no. Por un lado, se trata de ser conscientes de que sean cuáles sean nuestras palabras y formas, en ellas están impresos nuestros verdaderos pensamientos y sentimientos; y los niños, más que nadie, lo perciben con absoluta claridad. Y por otro lado, se trata de recordar que todos, también los niños, tenemos nuestra particular forma de ver el mundo, nuestras dudas y temores que necesitan ser acompañados para poder ser resueltos y vividos.
Este fragmento del libro L’esercito delle cose inutili no puede dejarnos indiferentes al respecto y nos deja claro lo qué necesitamos si queremos relaciones más auténticas y cercanas: empatía y compasión.
Querido Raimond:
Voy a contarte rápido el problema que tengo, así ya lo sabes y continuamos: soy tímido. Mi problema es la timidez.
Mi padre me lo dice siempre y también un poco mi madre, pero menos. Mi padre casi todos los días. Y sabiendo que tengo once años, haz la cuenta del tiempo que hace que lo escucho… No puedo más. También porque me lo dice mal. Me lo tira en cara, es como una bofetada. Entonces lo miro como si no me hiciera daño.
Pero me hace daño, a ti te lo puedo decir. Me duele muchísimo. Sí, soy tímido, de acuerdo ¿y entonces? ¿Cómo se deja de serlo? ¡No sé, dame una cura, haz alguna cosa…! Y en cambio, él no hace nada, solo me lo dice. Y se enfada. A mi padre, que yo sea tímido es algo que lo enfurece.
Dice que soy tan tímido que no sé vivir, que no se estar en el mundo y que no sabe como voy arreglármelas de mayor, que el mundo me hará trizas.
¿Pero se puede saber como hay que estar en el mundo? ¿Y qué hay de malo en este bendito mundo? ¿Garras? ¿Y por qué la tiene tomada conmigo? ¿Qué le he hecho? ¿Será posible que lleguemos a un acuerdo?
Hasta pronto,
Tu Guglielmo Strossi
P. Mastrocola del libro L’esercito delle cose inutili