Los cuatro elementos durante el embarazo

Cada elemento arquetípico corresponde a una particular condición física y por tanto psicológica o, para ser más precisos, de estado de consciencia. Si evocar la afinidad con el elemento agua crea una condición de fluidez, de unión y de continuidad con las otras personas y el ambiente; con el elemento tierra de concreción, consistencia y diferenciación; con el elemento fuego de excitación, acción y capacidad de intervenir en el ambiente que nos rodea; la cualidad que se evoca al encarnar el elemento aire nos sitúa en una condición de respiración más larga y profunda, tanto a nivel físico, de forma literal, como a nivel metafórico, en la relación con los demás y la realidad. – J. Tolja

Los cuatro elementos -agua, tierra, fuego y aire- que están en cada uno de nosotros determinan la cualidad de nuestros movimientos y nuestro estado mental y anímico, y viceversa. ¿Cómo actúan los cuatro elementos durante la gestación?

 

embarazo-aguaUna mujer embarazada necesita una gran fluidez interna para poder transformarse al nivel que la gestación lo requiere, y una gran cantidad de energía dedicada a la formación del bebé y a mantener su cuerpo en óptimo estado de salud. La fluidez está asociada a las cualidades del elemento agua y la energía enfocada a la creación y la transformación al fuego. Sabemos que cuando acentuamos alguna de nuestras cualidades (agua, tierra, fuego o aire) necesitamos que nuestro entorno compense la falta de las demás para sentirnos en equilibrio.

Por ejemplo, puedo permitirme entrar en un periodo de actividad intensa (fuego) si mi entorno me continua nutriendo de afecto (agua), una estructura más o menos estable (tierra) y espacios que pueda usar esporádicamente para el descanso (aire). De lo contrario el fuego tomaría demasiado terreno y se rompería el equilibrio, y cuando el equilibrio está roto durante demasiado tiempo empezamos a sentirnos mal o a tener dificultades.

En el caso del embarazo, si la fluidez y la actividad -esta vez enfocada a un objetivo muy concreto- toman el protagonismo, la mujer necesitará que su entorno la provea de una estructura más o menos estable, que asuma la actividad dirigida hacia el exterior y que le proporcione un espacio suficiente para poder expandirse y transformarse.

¿Qué ocurre cuando el entorno no está en disposición de ofrecernos lo que necesitamos para mantener nuestro estado interno?

 

Probablemente, empezaremos por sentir un desequilibrio, quizás más cansancio, dolores, hipersensibilidad… Y al sentirlo es también probable que iniciemos, consciente o inconscientemente, un proceso de cambio. Puede ser que busquemos entornos más favorables  -nuevas amistades o grupos de apoyos, un cambio laboral,…- o que busquemos un cambio interno -encontrar en nosotros la estabilidad que no encontramos en nuestro círculo, o la energía para actuar, o la sensación de plenitud afectiva, o…

Es cuando optamos por esta última opción, la del cambio interno, que será de gran importancia nuestro bagage de experiencias y la facilidad que tengamos para acceder a uno u otro estado. ¿Cómo podría encontrar la estabilidad si nunca he sentido, ni interna ni externamente, una firmeza sostenedora? Resulta extremadamente difícil entrar en un estado en el que nunca he estado. De modo, que será de gran utilidad experimentar los diferentes estados físicos y anímicos y la forma en la que entramos y cambiamos de uno a otro, especialmente en los momentos de cambio como el embarazo.

Por ello, durante la gestación, a pesar de que el estado óptimo para la mujer es el asociado al agua y al fuego, resulta también de gran interés el conocimiento experiencial de las cualidades tierra y aire y, sobretodo el ejercicio de pasar de un estado al otro.

 

Una forma de experimentar estos diferentes estados y la forma de transitar de uno a otro es a través del trabajo corporal -en este vídeo podrás ver la cualidad de movimiento asociada a cada elemento a través de la práctica de la anatomía experiencial. Y experimentando movimientos de cualidad agua, tierra, fuego o aire, – a través de la práctica del yoga, la danza o cualquier actividad física- uno puede llegar a comprender la naturaleza de estos, las implicaciones mentales y emocionales que tienen, detectar en que estado nos estamos moviendo y la forma en que podemos cambiar en nosotros estas cualidades de forma natural.

 

Tere Puig

 

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