Los padres que entregan sus vidas a los hijos, casi siempre reclaman tributo: que el hijo o la hija den sus vidas para justificar el sacrificio parental, triunfando en la vida, siendo atentos y cumplidores. Esos hijos no tienen permiso para ser ellos mismos sin más.
Pero si los dones parentales han sido apropiados, y han reflejado también lo que necesitaban hacer por sí mismos y no sólo por los hijos, entonces no necesitarán tributos de ninguna especie, aunque por supuesto van a apreciar el amor y la gratitud de sus hijos.
C. Pearson
del libro El Héroe Interior