Aprender desde dentro implica ser capaces de reconocer nuestras propias necesidades, una de ellas es la de ser contemplados.
Y en este sentido, este pequeño texto no tiene una palabra de desperdicio… Nos habla de la inspiración que nos trae la contemplación, de la bendición, tal como lo define Hillman, de ser contemplados y de la necesidad de ensayar la vida. Todo ello como ingredientes indispensables para que el aprendizaje esté realmente al servicio del desarrollo del potencial humano, es decir que no impida su natural despliegue, que surja y se teja desde nuestro interior.
«Cuando ocurre algo que nos gusta rememorar; cuando leemos cosas interesantes en los cuentos o en los libros sobre los temas que vamos trabajando; cuando alguien cuenta un sueño sugerente; cuando hay un juego que merece ser visto por los demás compañeros… lo hacemos en teatro. Al principio soy yo quien lo propongo, y hasta le doy forma a la escena. Después, ya los propios niños dan las ideas sobre el título, el argumento y el final, y los elementos que harán falta para la representación.
Es como si la vida que bulle entre nosotros se diera la vuelta y se enroscara sobre sí misma para poder mirarse.
Y los niños saben bastante de esto, porque su actividad principal es mirar y aprender, mirarse y seguir aprendiendo, sentirse mirados y disfrutarlo; juego a copiar, a repetir, a re-presentar lo visto… siempre pasando por uno mismo, por la propia manera de estar y de ser, por la identidad que se va desvelando a base de sentir, de probar, de elegir. Ver y ser visto. Jugar y ser jugado. Ensayar la vida… simbólicamente. Juego simbólico, juego teatral… Juego: tarea básica para poder aprehender el gran catálogo de papeles que conlleva el repertorio de vivir. Pero un aprehender que dé paso a las variantes personales, a las elecciones que nos den placer y anchura, a la reinvención, a crear unos papeles que sean realmente nuestros.» C. Diez Navarro del libro El piso de abajo de la escuela
Y este ejercicio de contemplación, de dejarnos contemplar y de tomarnos tiempo para ensayar la vida, nos sigue estimulando y enriqueciendo más allá de la infancia, aunque encontremos otras formas de realizarlo. Probablemente es una de las formas más efectivas de descubrirnos a nosotros mismos y de evitar la trampa de creer que somos tal como creemos ser.
Tere Puig
Foto de la web www.eateatro.es