¿Ofrecemos seguridad a los niños para que exploren, descubran e interpreten el mundo o les enseñamos cómo es el mundo? ¿Qué hacemos con mayor frecuencia o intensidad? ¿Qué efectos tiene?
Piaget nos explica que, en las primeras etapas del desarrollo, el niño cree que las palabras son características de los objetos, igual que el color o la textura. Me parece mágico y hermoso este momento de nuestro desarrollo. Pero ¿qué ocurriría si nos quedáramos ahí o de repente recuperáramos esa estructura de pensamiento?
Este texto de Neil Postman, que pertenece al libro The End of Education nos muestra como, en cierto sentido, la enseñanza, tal como hasta ahora se ha llevado a cabo, nos devuelve a ese estado y lo que entonces ocurre.
En un intento de aclarar la confusión (o la ignorancia) sobre el significado de una palabra, ¿alguien preguntaría acerca de una definición de esa palabra? Normalmente se pregunta por la definición de la palabra.
La diferencia entre «una» y «la» en este contexto es enorme, y no tengo más remedio que culpar a las escuelas de esta trampa creada por una comprensión equivocada de lo que es una definición. Desde los primeros cursos escolares hasta la graduación, se dan definiciones a los estudiantes y, con algunas excepciones, no se les dice de quién son esas definiciones, con qué propósito se inventaron y qué definiciones alternativas serían igualmente válidas.
El resultado es que los estudiantes creen que las definiciones no son inventadas; que no son creaciones humanas; que, de hecho – ¿cómo debería expresarlo?- son parte del mundo natural, como las nubes, los árboles y las estrellas.
Y no solo ocurre en la escuela, esto tendría fácil remedio. Esta forma de actuar, de buscar la certeza, de catalogar en correcto e incorrecto, está en nuestro cada día, en nuestra forma de vivir y tomar decisiones.
Pero, si intentamos eliminar esta trampa cambiando nuestra forma de actuar -preguntando por una y no por la definición- sin que internamente hayamos superado esa distancia, la siguiente frase que digamos, sin duda, nos traicionará. Superar el vértigo que supone aceptar que existe otra definición tan válida como la que nosotros hemos aprendido -que es lo que llamamos tolerancia-, es algo que podemos aprender junto a los más jóvenes. Ellos, aun creyendo que las palabras son características de los objetos, siguen abiertos a nuevas posibilidades. Y esto, en definitiva, es lo que les permite evolucionar, lo que nos permitirá evolucionar.
T. Puig
Foto: de www.edukaproject.wordpress.com
Me voy a poner a practicar !
Gracias Tere
¡Vamos allá! 😉