Aquel que tenga un por qué para vivir sabrá encontrar el cómo
Nieszsche
Estudié inglés desde primero de primaria hasta que terminé la universidad, consigo comunicarme y lo leo con facilidad, no diré que no, pero mi nivel no guarda ninguna relación con las horas de estudio que le he dedicado. Era natural pensar que tenía alguna dificultad con las lenguas. Pero aun así, a los veintidós años quise ir al extranjero con una beca Erasmus. Si tenía alguna limitación con los idiomas necesitaba superarla.
Tenía dos opciones: ir a Inglaterra, para lo cual había 200 solicitudes y 15 plazas, o ir a Francia donde solo se habían tramitado 3 solicitudes y había 5 plazas. Pensé que sería más fácil aprender francés que subir mi nivel de inglés para competir con 200 personas. Y así fue: me tiré de cabeza a estudiar tres cursos intensivos de un mes en el Institut Français Barcelone.
Para mi sorpresa, esos tres meses fueron suficientes para que cuando llegara a Francia me preguntaran «¿Eres del sur?». Exactamente, del sur. Dios mío, que satisfacción… ¡Descubrí, entonces, que no tenía un problema con las lenguas! ¿Sería que mi problema era con el inglés? ¿O que era especialmente dotada para el francés? ¿O quizás la metodología o las profesoras del IFB eran fantásticas? A veces tenía ganas de ir a clase y a veces no, algunos ejercicios me parecían divertidos y otros no, la verdad, no detecté ninguna innovación pedagógica. Pero el hecho es que aprendí y disfruté haciéndolo. ¿Por qué?
Leyendo el The End of Education, de Neil Postman, comprendí con mayor claridad lo que había ocurrido.
Una razón, en el sentido que aquí uso este término, es distinto a una motivación. En el contexto de la escuela, motivación se refiere a un suceso físico transitorio donde la curiosidad está despierta y la atención enfocada. No quiero decir que no sea importante, pero no debe confundirse con la razón, con el por qué de estar en una clase, de escuchar a un profesor, de pasar un examen, de hacer deberes, de ir a la escuela incluso si no estás motivado.
Esta razón es algo abstracto y no siempre somos conscientes de ella. Sin embargo, sin ella la escuela no funciona.
N. Postman
Creo que el placer que me inundaba cuando era capaz de estructurar textos y comprender audios -que era una satisfacción que llegaba de los sentidos: me daba gusto el hecho de escuchar, pronunciar y escribir- llegaba gracias a que motivación y razón estaban precisa y preciosamente entrelazadas.
¿Todos los niños y jóvenes saben por qué están en la escuela?
Me da la sensación que muchos creen que es porque sus padres están trabajando y ellos necesitan estar en algún lugar.
Que padres, profesores y estudiantes encontremos un sentido a la escolarización es indispensable, como explica Postman, para que ésta tenga éxito -para que se produzca el aprendizaje. Y si no somos capaces de encontrarlo, quizás lo más coherente sería la desescolarización.
T. Puig