La infancia está presa, no perdida

Solemos escuchar o decir que los niños de ahora son diferentes que los de antes, que dejan muy pronto de ser niños, que la infancia se ha perdido. ¿Cuánto tenemos que ver los adultos en ello? ¿Qué podemos hacer de nuestra parte? F. Tonucci hace una reflexión sobre ello: sencilla, llena de sentido común.

 

¿Qué piensa como «niñólogo» acerca de las hipótesis del «fin de la infancia»? ¿Estos niños que saben demasiado, que descolocan a los adultos, están diciendo que se acabó la infancia? 

En efecto, hoy los niños tienen dificultades para vivir la infancia porque, por un lado, acceden a conocimientos adultos de una forma muy precoz; y por otro lado, se quedan inmaduros porque no desarrollan capacidades autónomas de moverse, arreglarse; por lo cual llegan a la adolescencia con una cabeza enorme y con brazos y piernas pequeñitas.

 

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Esto significa que la infancia ha cambiado; yo creo que hoy la infancia está presa, no desaparecida. Si la dejamos, vuelve. Esta es la experiencia que siempre encontramos en el proyecto de la Ciudad de los Niños. Nosotros proponemos que los niños vayan a la escuela sin ser acompañados por adultos. El éxito es impresionante, porque esto produce bienestar social y seguridad en la ciudad. Los padres suelen tener miedo de que los niños salgan a la calle porque hay inseguridad. Al contrario, si van afuera producen seguridad.

Los niños que se mueven solos recuperan también una manera de vivir la infancia.

Dos aspectos siempre me llamaron la atención. Los niños que van solos al colegio son más puntuales que los demás, se hacen cargo. El otro aspecto divertido es que esta pequeña autonomía se transforma en un espacio social que los niños disfrutan. Los niños de Roma se organizan para llegar un cuarto de hora antes a la escuela, para jugar juntos enfrente. Cuando se les pregunta por qué les gusta tanto ir a la escuela solos, muchos contestan: «Porque así podemos hablar entre nosotros». Por lo cual, yo creo que no es verdad que la infancia está perdida, sino que está presa y tenemos que liberarla.

De la entrevista a F. Tonucci realizada por A. Abramowski para El monitor

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