Para evitar que el niño se aleje de lo que realmente es, quien educa necesita también estar arraigado en el cuerpo. Solo así podrá ofrecer un entorno que favorezca la autenticidad en los niños.
El niño tiene una excelente capacidad para distinguir lo verdadero de lo falso, lo auténtico de lo ficticio. Pero para poder integrar lo que siente necesita ser respetado y reconocido por su entorno, así podrá desarrollar confianza en sus percepciones y sentimientos. Si, por el contrario, no encuentra esta reafirmación y en su lugar encuentra burla, o aun peor, se siente ignorado por el ambiente que lo envuelve, estará obligado a renunciar a la expresión de lo que realmente es. Y así, lo empujamos a crear un ideal de si mismo falso y brillante con el cual entretenerse y consolarse.
Jader Tolja